Agustín Squella - Constituyente Distrito 7
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30/03/2013

«El chileno medio va poco al cine, y cuando lo hace es para masticar pop corn y dejarse llevar por pésimos filmes de acción henchidos de estruendo y efectos especiales, o, peor aún, para jugar al buen padre y llevar a los niños a ver cintas de animación que son las que ellos, los adultos, prefieren ver…»

Lo que en materia de cartelera cinematográfica hemos tenido las últimas semanas se parece a un veranito de San Juan: una amplia oferta de buenas películas que acabará pronto. Distribuidoras y sitios de exhibición no tardarán en volver a su deplorable rutina de escasas y malas películas que se proyectan en numerosas salas a la vez y en horarios que van desde mediodía a medianoche, cerrando de ese modo el paso al cine de calidad. Aparecerá una que otra película destacada, pero le ocurrirá lo de siempre: estará apenas en una sala y en horario de 22 horas, como si el buen cine fuera solo gusto de noctámbulos o de personas que al día siguiente no tienen que trabajar. El chileno medio va poco al cine, y cuando lo hace es para masticar pop corn y dejarse llevar por pésimos filmes de acción henchidos de estruendo y efectos especiales, o, peor aún, para jugar al buen padre y llevar a los niños a ver cintas de animación que son las que ellos, los adultos, prefieren ver. Para qué nos vamos a engañar: consideramos al cine no como arte, y ni siquiera como entretenimiento, sino como simple distracción, como un recorrido más de los que podemos hacer por el mall . Huimos también de las películas nacionales (justo es decirlo: a veces hay que hacerlo) y, como dijo un chileno medio que es diputado y tiene ahora aspiraciones senatoriales, creemos que «Kramer» es mejor que «No» porque tuvo más espectadores. Lo que ese improvisado opinante cinematográfico no imaginó es que la segunda de tales películas sería postulada al Oscar, compitiendo con la excelente «Amour».

«Amour» será de aquellos títulos que pasan fugazmente por la cartelera, de manera que apresúrese a verla. Pocas películas pueden ser más compactas, ceñidas y con un mejor sentido de los tiempos. Ninguna volverá a reunir a dos glorias del cine francés -Jean-Louis Trintignant y Emmanuelle Riva-, y es difícil que otra tenga un desenlace que plantee un desafío moral de similar envergadura, hasta el punto de que es probable que los comentarios que suscite aquí se concentren antes en ese final que en los méritos cinematográficos de la cinta. Cuando la vimos en grupo este verano, proyectada sobre el visillo de un amplio ventanal en casa de una amiga en Cascabeles, la discusión duró hasta las dos de la mañana.

En mi columna anterior hice la defensa de «Django sin cadenas», que defraudó a los críticos y entusiasmó a quienes somos únicamente cinéfilos. Esa película, que en inglés se llama » Unchained «, es sobre la esclavitud, no sobre la venganza, y, en tal sentido, es tan política como la convencional «Lincoln». Sobre tema igualmente político, y también militar y moral, es «La noche más oscura», que debió ser galardonada con el Oscar. Superior a la muy buena «Argo», está despojada del sentimentalismo y los toques patrioteros que esta incluye hacia al final, y tengo dudas de que, en caso de haber sido la ganadora, hubiera corrido la misma insólita suerte de ser anunciada desde la Casa Blanca por una Michelle Obama rodeada de oficiales de marina vestidos de gala.

Hay también dos comedias imperdibles: «Seis lecciones de sexo» y «El lado bueno de las cosas». En el caso de la primera, no se deje engañar por el título. Su denominación original es » The Sessions «, y trata de un adulto inmovilizado desde pequeño sobre una camilla y que busca perder aquello que nadie lamenta haber perdido: la virginidad. Es una película divertida, inteligente, conmovedora, tres atributos que incluso en mayor medida se encuentran también en «El lado bueno de las cosas». Tampoco debería pasarse por alto » Magic Mike «, otro de los buenos estrenos de febrero.

Estamos ya en marzo, y para consolarnos haríamos bien en agendar películas como esas. Con ellas, se trate de dramas o de comedias, pasaremos esos jubilosos momentos que solo el buen cine es capaz de proporcionarnos.