Agustín Squella - Constituyente Distrito 7
Top
15/07/2016

«Lo que tenemos hoy en el país son desacuerdos constitucionales. Desacuerdo sobre si el camino es continuar con la reforma de la Constitución de 1980 o ir a una nueva Constitución, y desacuerdo sobre cuáles deberían ser los contenidos en uno y otro caso».

Todos los miércoles, durante dos meses, por cerca de 3 horas cada vez, 13 académicos con conocimiento de temas constitucionales se reunieron en el Centro de Estudios Públicos. Tenían esos académicos diferentes apreciaciones acerca de si lo que Chile debe hacer es continuar con la reforma de la Constitución actual o aspirar a una nueva, como las tenían también acerca de cuáles deberían ser los contenidos de esa reforma o nueva Constitución en estas 5 materias: derechos fundamentales, forma del Estado, régimen político, régimen jurisdiccional y reforma de la Constitución.

El resultado de esa conversación es ahora el libro «Propuestas constitucionales», el segundo de dos hermanos, puesto que el mismo CEP publicó en 2014 «Diálogos constitucionales», una obra que exploraba un asunto que estaba en el programa del gobierno que asumió en marzo de ese año y que había estado también en el de Eduardo Frei Ruiz-Tagle el año 2009.

En ambos casos trabajó un grupo plural y pluralista de académicos. Plural porque tenían pensamientos diferentes y pluralista porque vieron en su diversidad un bien y no una amenaza.

Lo que tenemos hoy en el país son desacuerdos constitucionales. Desacuerdo sobre si el camino es continuar con la reforma de la Constitución de 1980 o ir a una nueva Constitución, y desacuerdo sobre cuáles deberían ser los contenidos en uno y otro caso. Unos desacuerdos que no deben asustarnos ni menos paralizarnos, puesto que vivir en sociedades abiertas y democráticas es, entre otras cosas, vivir en medio de desacuerdos, e incluso de conflictos, de manera que ni aquellos ni estos constituyen patologías de las que tendríamos que avergonzarnos. Los desacuerdos no dañan a la política, más bien la ponen en acción; y en cuanto a los conflictos, el derecho se encarga de preestablecer instancias, procedimientos y reglas para que, ocurrido alguno de ellos, tenga un curso que conduzca a una solución pacífica, pronta, justa y eficaz.

Ya está dicho: el nuevo libro del CEP contiene propuestas sustantivas acerca de las 5 materias antes señaladas. Se trata de propuestas razonadas, bien expuestas y justificadas por cada uno de los autores, y que tienen el espesor de la seriedad y no la densidad de la pedantería. No se trata de ensayos que cada uno de los 13 académicos hubiera escrito por separado, en el aislamiento de sus ideas y en la soledad de sus gabinetes de trabajo, sino de propuestas que son el resultado de una conversación. Una conversación acotada, es cierto, pero que replica y a la par alimenta la más general que estamos teniendo hoy acerca del cambio constitucional.

El libro incluye un resumen de todas las propuestas, una suerte de anexo que muestra cómo los distintos autores, con ideas políticas en algunos casos de derecha, de centro o de izquierda, no se cerraron de manera militante a los planteamientos constitucionales más habituales de esos tres sectores. Una lección, si se me permite, para los que el día de mañana -legisladores y ciudadanos- tendrán que optar por unos u otros contenidos constitucionales. Cada uno de nosotros está o se siente más cerca de alguno de esos sectores, aunque la conversación con quienes se encuentran en otro, sobre todo en temas constitucionales, puede ser fuente de matices, variantes y hasta de rectificaciones a los puntos de vista propios y que no habíamos advertido antes de iniciar la conversación.

Una nueva Constitución no será una revancha de parte de quienes fueron excluidos de la de 1980, pero quienes impusieron esa Constitución tendrán que abrirse ahora al cambio constitucional y no seguir parapetados en ese tercio más uno de los votos que en ambas cámaras del Congreso les permite vetar todo cambio que no cuadre con sus ideas o intereses.

Es legítimo que algunos piensen que el actual proceso de cambio constitucional no irá bien, o no todo lo bien que querríamos, pero no lo es sentarse a la vera del camino a esperar que las cosas vayan realmente mal y poder cobrar la triste recompensa del «Yo lo dije». Aun si se creyera que el proceso no irá del todo bien, lo que corresponde es preguntarse qué podemos hacer para que vaya lo mejor posible.

Esa última pregunta es la que se han hecho los autores de este libro.