Agustín Squella - Constituyente Distrito 7
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26/07/2019

«Lo que pregunto es si hoy creen en las mismas cosas, o si creen en ellas con matices que antes no establecieron, o si creen en algo distinto».

¿Qué significa hoy ser comunista? Existe un partido con ese nombre y personas que militan y otras que votan por él, y por escasa que sea la votación y la representación que tiene dicha fuerza política, es pertinente preguntarse por ella, puesto que por su reconocida disciplina interna, o algo más que eso, tiene influencia en la política chilena actual. Formó incluso parte de la coalición que apoyó al gobierno anterior y suele ser imputada como causante del prolongado descenso que ha venido experimentando un importante partido: la Democracia Cristiana. Esta última, en vez de mirar para adentro, prefiere hacerlo hacia afuera y culpar al PC, y en general a la izquierda, por un descenso que era previsible hace bastante tiempo. Debe haber sido hace 10 años o más cuando señalé a un católico democratacristiano que esa iglesia y este partido irían a la baja en el futuro, y aunque se lo dije como una conjetura y no como un deseo, mi interlocutor se enojó hasta el punto de que la dueña de casa donde estábamos tuvo que apurar el servicio de postre y café para concluir pronto la velada.

Por mi parte, nunca he simpatizado con la doctrina comunista y menos aún con las aplicaciones prácticas que le conocemos. El “Manifiesto del Partido Comunista”, que tiene casi 200 años, hizo algunos puntos, es cierto, como llamar la atención acerca de la importancia que en la historia de la humanidad han tenido las divisiones de clases y el papel jugado por el derecho como instrumento de grupos dominantes para mantener sojuzgados a otros. Pero donde Marx no vio claro fue en materia de derechos humanos, a los que descalificó como prerrogativas de una burguesía victoriosa transformadas en ley, y todo porque las dos primeras generaciones de tales derechos —los civiles y políticos— estuvieron inspiradas, respectivamente, en la doctrina liberal y en la teoría democrática. Marx no alcanzó a ver que poco más tarde habría una tercera generación, la de los derechos sociales, inspirados en la doctrina socialista y el pensamiento socialcristiano. Pero hay que ser justos: así como Marx repudió los derechos basados en el liberalismo, este último, en su hoy triunfante versión neoliberal, hace lo mismo con los derechos sociales y afirma que no existen y que son solo un invento de los izquierdistas.

¿Pero en qué creen hoy los comunistas?

Desde el punto de vista político, esa doctrina propiciaba la dictadura del proletariado y la existencia de un partido único que controlaría no solo el gobierno, sino a toda la sociedad. Restricción y hasta eliminación de las libertades en nombre de conseguir igualdad en las condiciones materiales de existencia de las personas.

Desde un punto de vista económico, el comunismo era la doctrina de la propiedad colectiva de los medios de producción y la abolición de la propiedad privada, salvo en lo que tuviera que ver con el dominio de bienes limitadamente personales. Doctrina también de la economía centralmente planificada por agentes estatales, o sea, lo contrario de una economía libre, en que la producción y distribución de bienes y servicios quedan en manos de agentes privados y del mercado.

Desde el punto de vista de las relaciones de los individuos con la sociedad, el postulado era que a cada cual había que exigirle según su capacidad y retribuirle según sus necesidades.

Y desde el punto de vista del futuro de la humanidad, la doctrina aseguraba el advenimiento de una sociedad en la que ya no habría Estado ni tampoco derecho.

Lo que pregunto es si los comunistas de hoy creen en esas mismas cosas, o si creen en ellas con matices que antes no establecieron, o si creen en algo distinto de lo que pensaron ayer. En cualquiera de esas alternativas, sería bueno que lo explicitaran, sin contentarse solo con la renovación de sus rostros, ni con generalidades como el rechazo al capitalismo, ni con coyunturas como el apoyo a los regímenes de Cuba, Venezuela y Nicaragua.
Los nuevos rostros del PC son mejores que los que lucen los viejos patriarcas del partido, pero tanto unos como otros, especialmente los jóvenes, deben una explicación acerca de qué significa hoy ser comunista.