Agustín Squella - Constituyente Distrito 7
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2/11/2021

Dijo que si modificaban los dos tercios, «se acaba la Convención». ¿Por qué votó que el punto se zanje por mayoría? 

Lo que dije no fue un pronóstico y menos un deseo. La Convención no se va a acabar, pero quise activar una alarma ante la gravedad del intento de desconocer el quorum de 2/3.

Apoyé que ese punto se zanje por mayoría simple, porque fue una vía, discutible y todo, para asegurar dicho quorum y en la confianza de que a la hora de votar el artículo 94 va a ser aprobado por 2/3 o más de los constituyentes. A mí, y eso desde la campaña que hice para postular a la Convención, el quorum de 2/3 para aprobar nuevas normas constitucionales me pareció alto, pero fue establecido por una norma constitucional previa a la Convención, y porque, además, en los hechos, va a estimular el arduo trabajo para llegar a acuerdos amplios, que harán posible que la propuesta de nueva Constitución pueda contar también con un amplio consenso en la ciudadanía.

Se votó a favor de consignar el poder constituyente originario de la Convención. Ud. se opuso, ¿es un paso más hacia la idea de un órgano soberano?

En democracia el pueblo es el único soberano, y de allí que en este proceso será él quien tenga la última palabra en el plebiscito de salida. No es posible desconocer que la Convención está sujeta a reglas previas a su instalación (…). En democracia, hay que ejercer el poder que se tiene (en este caso, acordar y proponer una nueva Constitución al país), pero, a la vez, es preciso reconocer los límites de ese poder (reglas previas a los acuerdos y propuesta de la Convención). La democracia organiza el poder, pero también, y por fortuna, lo divide, lo limita y lo controla. La división, límites y control del poder solo pueden molestar a quienes son partidarios de regímenes autoritarios o dictatoriales, quienes –vaya confusión o paradoja– suelen calificar a sus regímenes como democracias, si bien siempre mañosamente adjetivadas: orgánicas, populares, protegidas, bolivarianas, etc. Hay para todos los gustos.

El reglamento de ética, que deben aún revisar, plantea la pérdida del derecho a voz como sanción. ¿Pueden «callar» a sus pares? 

Perder el derecho a voz en una Convención equivaldría a perder la condición de constituyente. En materia ética, no hay que incurrir en lo que criticamos en asuntos penales: la inflación de las conductas punibles y los castigos inadecuados o excesivos. No quisiera ver ni por un día a un compañero constituyente con una mordaza. Mascarilla sí, pero no mordaza.

También se señala como infracción «no actuar con fraternidad y sororidad». ¿Quién podría definir algo así? 

Yo al menos no. La fraternidad es un gran valor personal y social, un alto y difícil valor, y, según creo, bastaría con que los 155 constituyentes que vamos a trabajar juntos máximo un año nos veamos unos a otros en un mismo pie de igualdad, y que tratemos con similar consideración y respeto a todos nuestros pares. Existe ya camaradería al interior de la Convención, y esto, al margen de las diferentes posiciones políticas, y ojalá se fragüen en ella algunas buenas amistades. Pero estas tienen que ser vistas como una afortunada posibilidad, pero no como una obligación.